Nací en la hacienda de río grande de San Juan del Río, Durango el 5 de junio de 1878.  Primogénito del peón Agustín Arango y de Micaela Quiñones.
  Tras el asesinato de Madero en 1913, me uní  a Venustiano Carranza con el objetivo de derrocar al usurpador de la presidencia, Victoriano Huerta. Por mi audacia y valor, los jefes revolucionarios de Chihuahua, Coahuila y Durango me nombraron general en jefe de la famosa División del Norte, llamándome el Centauro del Norte, avance incontenible hacia el centro del país hasta llegar a la capital para derrocar a Huerta.
  Pero una vez pacificado el país, no tardaron en surgir múltiples desavenencias entre el poderoso grupo de  Carranza y  mis villistas  y yo el “Centauro del Norte”, como se me conocía, por lo que nuevamente me levanté en armas, desconociendo al gobierno constitucionalista de Carranza y proclamando el mio  propio.
  Busqué  entonces el apoyo de los Estados Unidos, pero al no obtenerlo invadí  la fronteriza población de Columbus, donde cometimos  una serie de desmanes, provocando con ello la persecución por parte del ejército norteamericano, aunque nunca nos  pudieron atrapar.
  A la muerte de Carranza, amnistiado por el presidente Adolfo de la Huerta, me retire pacíficamente a la hacienda de Canutillo, en Durango, que el gobierno me donó para compensar mis servicios a la Revolución.
  El 20 de julio de 1923 Viajaba en automóvil en compañía de mis lugartenientes hacia Parral, Chihuahua, fue emboscado y asesinado por  algunos de los múltiples enemigos que coseché a lo largo de mi  azarosa vida  por lo que me han calificado simultáneamente como héroe y como villano. 
